Que Morrissey se alimente de torreznos era incluso de esperar, pero lo que nos resultaba imposible creer era ver entre el público de Matt Elliot a un personaje tan ilustre como fiber. Nosotros, laikos, éramos novatos en estas lides benicassianas, pero no él, experto en mil y una batallas festivaleras, por lo que decidimos pedirle un consejo, un sabio consejo (y no estuvo mal) para sobrevivir a esta perruna aventura. Nos miró de arriba a abajo con la cabeza algo ladeada, agitó su abanico -que no era de Oxfam- y nos soltó la siguiente perla como consejo: «En el FIB, como en la vida en general, nunca os paséis de la raya». Así sea.