Lo sabemos: al contrario de lo que sucede con sus compañeros de siglas, Nacho Vegas o Nacho Vidal, Nacho Vigalondo no es un superdotado. La vida es así de injusta, pero la naturaleza, que es sabia y de derechas, ha tratado de compensar esa carencia del chaval otorgándole algo de talento y unas dosis no muy alta de fortuna. La criatura no ganó el Oscar por los pelos (no se puede ir peinado así a una ceremonia como esa), pero su fama mundial le ha permitido dirigir la tercera parte de una de nuestras películas de la infancia: Los Gremlins. (Pincha en la foto)