Ventriloquia

Hola de nuevo, amiguithos:

¿Os gusta el traje veraniego que me he echado? No hay nada más fashion que llevar el pantalón sobaquero, aunque la sisa te tire un poco de la huevada; en fin, la elegancia y la comodidad no fueron siempre compatibles.

A lo que íbamos. El otro día os enseñé algunos truquitos para aprender inglés y hoy vengo a hablaros de una de mis aficiones ocultas. No, no voy a contaros nada acerca del cuero y el látex, sino que os voy a hablar sobre el maravilloso mundo ventriloquia. Cuando era joven me desternillaba viendo a un famoso ventrílocuo políglota que dominaba el arte de hacer hablar a muñecos. Quise ser como él, y por eso me hice médico, pero cuando iba a continuar siguiendo sus pasos como ventrílocuo, me enteré de que era un invertido, y que le hacía tanto a pelo como a lana. Mi ilusión por hacer hablar a muñecos se fue al traste, y eso que me había hecho con una bonita muñeca rubia, un tanto inexpresiva, pero con muchos agujeros por los que me cabía perfectamente el brazo entero. El de la tienda me dijo que esa era ideal para lo que quería, flistin, o algo así. De nuevo, me agarré una pequeña depresión, hasta que descubrí que mi mentor también había hecho sus pinitos como ventrílocuo, lo que me hizo recuperar la ilusión y volver a soñar con triunfar en Noche de Fiesta. (Pincha en la imagen).

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