«Nos han traído aquí para jugar un partido de futbito, así que aprovechamos para tocar», dijeron Perro en mitad de su actuación de la primera jornada de Tónal 2015. Antes de eso, entre la prueba de sonido y su concierto, se dedicaron a amedrentar a los miembros del Colectivo Laika pasándose el índice por el cuello o soltando frases como «mañana vais a morir» y cosas aún peores como (tápense los oídos) «llevamos semanas entrenando los martes y los jueves», algo totalmente contrario al reglamento.

Ya sobre el escenario, volverían a mostrar simpatía e invocarían a George Finidi, Valeri Karpin y Jimmy Floid Hasselbaink, pero se olvidaron de llamar a alguien más importante, aunque de una generación anterior; Diego Armando Maradona. Luego explicaremos por qué.

El sábado por la mañana era el día del partido, previsto para las 12 en punto en un polideportivo casi en estado de demolición (como el físico de ambos equipos), aunque muy cerca del hotel de concentración de los visitantes. Los murcianos acudieron a la cita como a un funeral: puntuales y uniformados con el reglamentario  negro arbitral.

El equipo local, salvo algún despistado, vestiría de rojo te lo cojo, aunque a la hora de la cita sólo se habían presentado tres de sus miembros. Poco más tarde llegaría uno de ellos con una camiseta de la selección argentina con el nombre de Solari en su espalda, nombre que, según dijo Aarón, percusionista de Perro, debería ser Penumbri ante la pálida tez de su poseedor. Y ahí, diez minutos después de la hora señalada, cuando el colegiado estuvo a punto de suspender el partido y dar la victoria a los visitantes, apareció la figura de la noche: Marcovich.

Perro habían preparado el partido entrenando vilmente, pero Markovich lo hizo yendo al peluquero, algo que parecerá una frivolidad o una cuestión baladí, pero que no lo fue en absoluto. El peluquero (¿o era estilista?) le masajeó la cara, le lavó el pelo y cuando le preguntó cómo quería que le cortara el cabello, Markovich, cuya melena en nada envidiaba a actor secundario Bob o David Luiz, estuvo a punto de decirle «como siempre» (es decir, como Borat), pero reflexionó y dijo: quiero ir como Diego Armando. Y así se presentó al polideportivo, tarde pero con una pelusa espectacular.

Antes del pitido inicial Perro hicieron una piña para señalar las últimas tácticas, así que los locales, para no ser menos, hicieron lo mismo. Seguro que en miles de crónicas de Segurola, Valdano e imitadores habrán leído aquello del «olor a linimento». Pues bien, en ambas piñas no olía a linimento sino a alcoholazo y a amago de rabaza, que no de rabona.

En cuanto empezó el partido se vieron los frutos de tanto entrenamiento de la huerta murciana. En defensa jugaban con un clásico rombo, pero en ataque se cruzaban constantemente, casi más que borbones en época de apareamiento, logrando desconcertar así a la defensa en caja mortuoria de Laika, que dejó en soledad a uno de los achos, quien aprovechó para poner el 0 a 1 en el marcador mientras en la portería Gonzavich (flamante fichaje) aún soñaba con que la camarera del último antro le invitara a la penúltima.

El desconcierto local fue momentáneo, ya que en una jugada inesperada Gertrovich puso el empate en el luminoso imaginario, mientras juraba que llevaba sin practicar el futbito desde los diez años y que había sido el primer gol de toda su vida. Los visitantes apretaron y no se intimidaron ante la dureza de la defensa pucelana. Luego llegó el 1 a 2, el 2 a 2 con la firma de Federovich (haría dos más), y ahí, en lo más disputado del combate, emergió la figura de Markovich. Primero fue un gol fácil, luego una asistencia mirando al lado opuesto, para finalmente meter otro gol emulando a Maradona. El marcador llegó hasta  un 6-2, Perro metieron otro más y Laika apretó para llegar hasta la añorada meta de los ocho goles.

Con este resultado, Laika sigue invicta en los campos (que no en las taquillas), habiéndose pasado ya por la piedra a Nacho Vegas y su Trama Asturiana y a Vetusta Morla.

Vaya día: 
Kikov. En el partido contra Vetusta Morla estuvo desaparecido en el campo. Contra Perro, desapareció de Valladolid.

El Dandy:
Gertrovich. Sólo por el chicho a lo Gareth Bale lo merece, superando con él la elástica de Gerrard de Federovich (si hubieras llevado la de Xabi…).

El Duro:
Penumbri y Fran Perro. El primero metió dos tarascadas indignas a Guillermo Perro, mientras que el segundo palpó los escrotos de todos y cada uno de los locales, recepcionista del hotel incluido.

El crack:
Markovich. Su segundo gol fue magistral. Disparó al palo corto con la izquierda, algo que tiene doble mérito si se tiene en cuenta que el protagonista es diestro y simpatizante (al menos la noche anterior) de Presencio.

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