Un príncipe africano (William Marshall) del siglo XVIII visita Transilvania. Allí es atacado por el conde Drácula (Charles McCauley), que lo convierte en un vampiro. Doscientos años después regresa para acechar la ciudad de Los Angeles. Un filme clave en el desarrollo del cine de color (la ola de cine negro de los ’70) que será precedente de otros monstruos de color (pica en la imagen)

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